La Federación Canaria de Surf, surgida bajo el paraguas del movimiento ecologista, es pionera en el cuidado del mar y de la costa
“Canarias se encuentra en la vanguardia de la protección de las olas y en las acciones de sensibilidad medioambiental concebidas como una manera de apoyar y sostener la actividad deportiva en el mar”, asegura el presidente de la Federación Canaria de Surf, Ángel Lobo. “La propia naturaleza del surf, un deporte que se lleva a cabo en el ámbito acuático, provoca una cierta sensibilidad por parte de la federación”, asegura.
Esta es la entidad del sector más implicada en la defensa de la costa y del mar, un compromiso que se nutre de su origen como organización surgida a partir de la Asociación para la Defensa del Surf (ADES), creada a finales del siglo pasado en Tenerife bajo el paraguas de la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN), como una agrupación independiente. “Tomamos ese testigo de la ADES y por eso en nuestro ADN se encuentra la cuestión medioambiental y, en concreto, la protección de las olas”, dice Lobo respecto a la federación que preside.
“En el surf -especialmente, en el bodyboard– Canarias va por delante tanto en lo que se refiere a la calidad de nuestros deportistas y los eventos deportivos que se desarrollan, como en la forma en que gestionamos la problemática del surf libre, sobre todo, los problemas provocados por la masificación que nos encontramos”, detalla Lobo. “Esta es una realidad mundial y nosotros estamos en una clave de buscar e implementar técnicas que aún no han sido aplicadas en ninguna parte del mundo. Estamos en eso. Todavía no hemos conseguido resultados tangibles, pero, por lo menos, estamos en una situación de organización y planificación con la intención de ejecutar nuestros proyectos”.
Con ese impulso, en las islas se han conseguido hitos importantes, como que la Ley del Deporte de Canarias considere como una instalación o una infraestructura deportiva las playas y las olas, a las que califica como instalaciones deportivas naturales. Lobo explica: “mucha gente piensa que las olas están en el mar y ya está, pero esto no es así, las olas surfeables están en sitios muy concretos del litoral” y la alteración de su espacio natural pone en riesgo su dinámica, su permanencia y la práctica de la actividad deportiva.
“El mayor enemigo directo de la existencia de la ola son las infraestructuras artificiales, que impactan directamente, en la rompiente o en zonas aledañas, y pueden provocar que el acercamiento de la ola se desvíe o se obstaculice de alguna forma, incluso, pueden hacer desaparecer la ola”, concreta el presidente de la federación canaria en referencia a todo tipo de infraestructuras, desde diques a playas artificiales o puertos deportivos.
Otro asunto esencial es la calidad del agua: “La mala calidad de muchas partes de nuestro litoral provoca que usuarios que utilizan el mar de una forma tan constante como los surfistas se encuentren con situaciones importantes de riesgo de su salud. Eso es una cuestión que hay que resolver en Canarias, porque el desarrollo que hemos soportado durante los últimos 40 años no ha sido acompañado por unas infraestructuras de depuración correctas. Tenemos un mar muy abierto que no debería tener ningún tipo de problemas y, sin embargo, se están cerrando playas continuamente”.
Se parte de entender la ola como “un ecosistema sensible donde hay un recurso natural y deportivo, con una vertiente socioeconómica, que debe ser protegido, que hay que cuidar”. En Canarias, incluso, se apunta más allá: “en la federación, además de la protección, trabajamos con el objetivo de la rehabilitación y la mejora de olas, para que puedan soportar una mayor capacidad de carga”, ya que, en los últimos 30 años, la práctica del surf ha crecido de forma exponencial, al multiplicarse hasta por 20 la cantidad de surfistas en el agua.
Por este motivo, la federación acoge este año, dentro de la agenda del programa de Socorro Classic, una jornada internacional de protección de las olas, un espacio de reflexión y difusión de la mano de especialistas que constituye la más cercana actividad internacional a una línea de trabajo que también comenzó en Canarias en 2010, con la celebración de la que a posteriori sería reconocida como la primera Global Waves Conference, celebrada en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna ese año.


